Hacia el desafío de buscar el equilibrio entre la libertad de mercado y la intervención del Estado.
Por Juan Fiad (*)
La responsabilidad como ciudadano e integrante de un joven espacio político (Modejuso), que junto a muchos compañeros y amigos presido, es por lo menos tratar de indagar cual es la situación actual del problema y poder compartirlo, apostando siempre a una sociedad más reflexiva y comprometida con los problemas del país, desde los datos objetivos del tema hasta llegar a una conclusión o, por lo menos, una expresión de compromiso para lograr el progreso y desarrollo de la nación.
¿Por qué suben los precios agrícolas, y como consecuencia el resto de los alimentos? Hay tres razones mundiales que explican la situación.
1. El precio del barril del petróleo ha pasado de alrededor de 10 dólares en el 2000 a 130 dólares en la actualidad, debido a la guerra de Irak, el aumento de la demanda, los problemas mundiales en la refinación y la baja del valor de dólar en relación a otras monedas, por ejemplo, el Euro, Yen, entre otras. Además, como la agricultura requiere de grandes cantidades de hidrocarburos y derivados, el aumento del petróleo hace subir directamente los costos operativos. Los productos agrícolas generalmente tienen que ser transportados por grandes distancias para ser consumidos, y el transporte se ha encarecido por la misma razón.
2. Muchos países en vía de desarrollo han conseguido aumentar el nivel de vida de su población demandando más productos industrializados de origen agrícola: harinas, carne, entre otras.
3. EE.UU. se embarco en una alocada carrera para subsidiar los biocombustibles, sobre todo, el etanol hecho a partir del maíz, lo que va a distorsionar el precio de este cultivo. La mayoría de los analistas internacionales indican que los precios continuarán elevados durante los próximos años. Por ello, Argentina tiene una oportunidad histórica para el desarrollo y progreso de sus habitantes debido a los altos precios que obedece a factores externos y no al merito del sector agropecuario.
¿Para qué sirven las retenciones? Es la pregunta a contestar a todos los argentinos.
Las retenciones se refieren a la diferencia entre el costo nacional más una ganancia media y el precio internacional de los productos; y sirven para regular la proporción de la renta que se le asigna al productor y la que capta el Estado. Si los precios internos de los bienes que se exportan no se los regula, el productor lo exportará y en consecuencia provocará escasez de ese alimento o mercadería en el mercado interno, lo que provocaría un proceso inflacionario en gran escala.
El Gobierno toma como retenciones parte de un beneficio extraordinario de la tierra y no de ganancias normales. Además, para captar recursos fiscales. Entonces, para impedir la suba de los precios internos de los productos que se exportan, lo que se denomina el rol antiinflacionario.
Por otro lado, esta herramienta económica permite redistribuir los ingresos para mantener el abastecimiento al mercado interno de precios accesibles. Sin retenciones que aíslen los siderales precios internacionales de los internos, provocaría un gran aumento de la inflación, con graves consecuencias sociales.
Sojización
Dentro del contexto nacional, qué favorece las ganancias extraordinarias de la soja. Está claro, la decisión política de sostener un valor de dólar a más de tres pesos a partir de la devaluación del 2002, sumado al programa de gobierno Nacional de obras e inversión pública que ha sido el motor de la recuperación argentina, bajo dos ejes centrales: por una lado, el crecimiento del mercado interno; por el otro, la recaudación impositiva. Record de siembra y de cosecha.
Además, la mayoría de los pequeños productores de soja son arrendatarios. El valor de la tonelada de soja está en su máximo histórico, 500 dólares, este aumento del precio internacional obedece a causas externas, no es producto –reitero- del esfuerzo del agro local ni de la implementación de nuevas tecnologías.
Durante el 2007, el precio internacional de la oleaginosa era de 317 dólares la tonelada con retenciones del 35%, el precio de venta descontada las retenciones era de 206 dólares la tonelada; en febrero del 2008, el valor de la tonelada aumentó el 68% en los últimos seis meses, es decir 508 dólares y su precio de venta descontadas las retenciones aumentó un 47%, en ese mismo lapso, unos 317 dólares la tonelada. Esto demuestra que con las actuales retenciones la rentabilidad es mayor en un 47%. Por ello, el Gobierno toma como retenciones parte de un beneficio extraordinario de la tierra y no de ganancias normales. Entonces, al ser la renta del campo tan alta, el valor de la tierra se triplico, los productores ganaron en términos patrimoniales por partida doble.
El dato significativo, el 70% de la soja se cultiva en campos alquilados, donde el propietario cobra la renta de la tierra y el contratista gana con la operación productiva. El aumento de su precio reduce la rentabilidad de todas las actividades no sojeras, como la ganadería y el tambo, ellos reclaman más precio para sostener su tarea. Por otro lado, el 90% de la soja se concentraba en cuatro provincias: Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires. Este cultivo ha desplazado a otros, como el trigo, maíz, la producción láctea y el arroz. ¿Puede el Gobierno desentenderse de esta realidad por la cual los productores agropecuarios se vuelcan a la siembra de oleaginosa?
Para la soja se utiliza escasa mano de obra en comparación con los otros cultivos. El 80% de este cultivo está concentrado en el 22% de los productores, los costos de producción frente a los costos internacionales son bajos, la tierra es fértil con rendimientos muy altos en La Pampa húmeda, el gas oíl está subsidiado, los salarios en pesos, sobre los trabajadores, la mayoría están en negro (peones rurales) y los impuestos están fijados en pesos.
Sociedad reflexiva
Todos estos elementos aportados son objetivos, por ello la ciudadanía a partir de ese conocimiento podrá formar opinión. Y analizar, cuál de los sectores tiene mayor justificación y legitimidad en su reclamo.
No estamos de acuerdo con el bloqueo de rutas implementado como una manera de protesta por los productores agrarios. Desde nuestro Espacio de construcción política, apostamos al diálogo, a la participación y al equilibrio entre la libertad de mercado y la intervención del Estado, para que se impulse el crecimiento económico sostenido, la implementación de políticas sociales que permitan el desarrollo humano de toda la sociedad, o al menos, que aseguren el mismo punto de partida para todos los ciudadanos.
Bibliografía
Jorge Schavarzer, ingeniero, economista, secretario de Investigación de la Facultad de Economía de la UBA.,
Alfredo Calcagno, doctor en Derecho y Economía de la UBA, graduado en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de París.
Le Monde Diplomatique, número 107, mayo de 2008.
(*) Abogado por la Universidad Nacional de Tucumán y presidente del Movimiento por el Desarrollo, la Educación y la Justicia Social (Modejuso).
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