CONTRAFRENTE. La organización apunta a recuperar la memoria histórica y la cultura heredara de los pueblos de la América profunda, exterminados en los primeros genocidios de la historia. Exigen la reivindicación del campesino para luchar contra los barones de la soja.
El pasado de 17 de abril, en el día Internacional de la Lucha Campesina, en las instalaciones de las Madres de Plaza de Mayo nació el Frente Nacional Campesino (FNC), un eco de antiguas palabras de la gran historia acompañaban en el sitio perfecto para el encuentro de la verdad indoamericana, allí quedó desnuda y apichonada la gran mentira de la pequeña historia, esa que aparece en las voces y rostros mediáticos de los dichos dueños del campo.
El espacio surgió con el apoyo de cuatro organizaciones de los campesinos argentinos (MOCAFOR (Formosa), MOCASE (referente santiagueño Dr. Luis Santucho), MAM (Misiones) y MOCAJU (Jujuy), integran en el escenario político y social con el objetivo de representar al sector y legitimar una expresión social y política carente de visibilidad desde la pulcra lógica de la urbe, según decía el filósofo indigenista Rodolfo Kusch.
Según el abogado Santucho, el Frente Campesino sabe muy bien que la voz derrotara a la fuerza y por eso nos sentimos solidarios con el pueblo de nuestra hermana Bolivia, y respaldamos al gobierno del presidente Evo Morales Ayma, a sus políticas de cambio y al proceso constituyente soberano del pueblo boliviano y condenamos la ingerencia del gobierno de Estados Unidos en los asuntos internos a favor de las acciones divisionistas y discriminatorias de los grupos oligárquicos bolivianos.
En cuanto al país, desde el FNC señalan que “los barones de la soja y por detrás de ellos las grandes corporaciones multinacionales y pooles de siembra han desabastecido gravemente al pueblo, colocando en el orden del día la cuestión agraria, una algazara incontenible de opiniones escritas y orales han invadido el espacio de las grandes marquesinas institucionales, pero hasta el momento los medios masivos de comunicación social no se han enterado que los campesinos, no solamente son una realidad en algún recóndito lugar de América latina, sino que también pertenecen a este territorio, que alguna vez estuvo poblado de pueblos originarios y hoy de ellos viven cuidando la tierra y la semilla para protegerse de todos los males”.
Según un comunicado enviado por la nueva organización nacional, a principios de la década de 1960, comenzó la denominada etapa de la expansión de la frontera agropecuaria y junto con ella la recomposición estratégica de la burguesía terrateniente argentina, luego del estrago doloroso del ecosistema de los montes y selvas del Gran Chaco argentino. Comenzó a gestarse las primeras organizaciones campesinas de la región, la cual muchas de ellas terminaron agrupándose alrededor de las Ligas Agrarias. Pero este proceso asociativo se interrumpe bruscamente con el “Terrorismo de Estado” y a partir de ese momento miles de campesinos ingresaron en el horror de los 30.000 desaparecidos, asesinados, prisioneros, exiliados entre otros padecimientos traumáticos aún no superados del genocidio argentino.
Por ello: “La instalación del modelo de monocultivo transgénico, vino acompañada por una avanzada formidable de empresarios y terratenientes que decían traer el progreso, pero como habían dicho lo mismo en tiempos de La Forestal, los campesinos dijeron a Don Progreso no queremos conocerlo, ya se sabe que solamente trae desolación y muerte”, destacan.
Dictadura militar
Para el Frente, poco a poco, después de la oscura noche de la dictadura militar, las organizaciones campesinas fueron asumiendo la conciencia de sus derechos posesorios, “el que yo tenga la cosa bajo mi poder constituye la posesión”, decía Hegel en Principios de la Filosofía del Derecho y el inveterado principio posesorio del Código Civil de Vélez Sarfield vino en ayuda para decir: la posesión vale título y ejercer con viva voz el art. 2470 que habilita el ejercicio de la autodefensa de la posesión, en los casos que los auxilios de la justicia llegue demasiado tarde, y como siempre sucede la justicia o llega tarde o casi nunca llega”.
El derecho a la tierra es el factor básico que desencadena el contexto histórico actual de la región rural. El campesino, actor fundamental de este proceso, se encuentra directamente vinculado a este acontecer: el derecho a la tierra es parte constitutiva de su derecho a la vida. “La tierra es la vida porque sin ella el campesino deja de ser lo que es. Este derecho pertenece al ámbito de los derechos humanos, reconocido en todos los estados de la comunidad internacional y plasmado en pactos y convenciones como derivación de lo que la doctrina denomina la internacionalización de los derechos humanos”, puntualiza uno de los objetivos del escrito del Frente Campesino.
Postulados
El FNC hace suyo los principios sustentadores de la Soberanía alimentaría, como eje fundamental de la acción, porque entre los 854 millones de personas hambrientas en el mundo, tres cuartos son campesinos. Los millones de migrantes a los que se les niegan sus derechos básicos y los desempleados urbanos pobres, son hermanos y hermanas que han sido expulsados de su tierra dice la Declaración de Vía Campesina del 11 de mayo del 2007. Por ello, “la soberanía alimentaría implica un modelo productivo para una nueva sociedad de hombres libres que puedan apropiarse de su alimentación, y por supuesto, para ello, la tierra tiene que pertenecer a quienes viven desde siempre para que se puedan realizar los derechos colectivos fundamentales de las comunidades campesinas”, apuntan.
Pero, desde FNC, no dejan de resaltar el espectáculo doloroso de millones de litros de leche volcados en las rutas y millones de toneladas de alimentos destinados a la población que llegaron en estado de descomposición o también arrojados a la vera de los caminos y rutas del país. Un corazón campesino jamás haría eso, porque desde niño la Pachamama le susurraba al oído y le decía que la comida nunca se tira.
En cuanto al conflicto suscitado por las retenciones, el FNC señala que se han escuchado a varios dirigentes rurales rodeados de micrófonos y cámaras de televisión decir que son los “creadores de la riqueza de la patria”, pero “no se acordaron estos superfluos señores de los campos, que desde la conquista española que se vienen aprovechando del trabajo, la técnica y la infraestructura creada por los pueblos originarios. Tampoco se acordaron los mediáticos ruralistas, que fueron los paisanos de los parajes, quienes le pusieron el pecho a los ejércitos de liberación de San Martín, Belgrano, Artigas y Güemes y también esa guerra de la Triple Infamia promovida por Bartolomé Mitre y la oligarquía porteña contra el heroico pueblo paraguayo”. Agrega: “No se acordaron los piqueteros de botas carpincho, que Rosas, Roca, los gobernadores provinciales e interventores federales no fueron al desierto porque había pueblos autóctonos que desaparecieron para que miles de leguas comenzaran a engrosar el patrimonio de los descendientes de la Sociedad Rural, y otros importantes referentes de la burguesía terrateniente”.
Sojización
Para las cuatro entidades campesinas, nada de ello le ha importado a la republiqueta de la soja, ya que el modelo agrario transgénico implantado desde 1996 en que se habilitaron para su comercialización las primeras semillas de soja RR, ha provocado una fuerte agriculturización en las mejores tierras del país con fuertes desplazamientos y desalojos de las poblaciones rurales, de la ganadería y de otras producciones como la apicultura, la artesanía y otras relaciones de producción relacionadas con el manejo sustentable del medio ambiente; todo ello con el objetivo de implantar un modelo industrial de agricultura sin agricultores. “A ello se debe agregar el grave daño a la salud y a la tierra de las comunidades campesinas que son fumigadas indiscriminada e impunemente con los agrotóxicos que acompañan el cultivo de las semillas transgénicas, provocando en forma masiva enfermedades de piel y respiratorias, cuando no leucemias, malformaciones, abortos y enfermedades terminales”, denuncian.
Sin embargo, Jorge Rulli, miembro del Grupo de Reflexión Rural viene anticipando desde hace tiempo esta grave situación, ya que el avance de la frontera de la agricultura industrial, requiere de manera insaciable tierras que se pongan a disposición del modelo sojero biotecnológico.
Pero los desalojos de campesinos y el achicamiento de sus posesiones en la región NOA como resultado de la expansión del modelo sojero ha provocado las presentaciones judiciales de la Fundación Liga Argentina por los Derechos Humanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con la firma de los doctores Rodolfo Yanzón, Raúl Schnabel y Luis Horacio Santucho, a fin de solicitar la intervención de la Comisión para que se implemente el mecanismo de medidas cautelares, conforme lo autoriza el art. 19.b del Estatuto y el art. 25 y 29.2 del Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, señala otro de los objetivos del Frente Nacional Campesino.
Por todo ello, “se hace imperioso instalar en la agenda institucional un profundo debate para la demorada Reforma Agraria en el país, porque es preocupante el acelerado proceso de extranjerización de las tierras, que en el caso de los recursos mineros alcanza una gravedad inusitada, pero también sabemos por algunas organizaciones no gubernamentales que responden directamente a la CIA norteamericana que se nos vienen por el agua dulce de los acuíferos”, reflexionan.
Campo sin campesinos
El FNC explica que los planes y programas sociales agropecuarios que no se confrontan con la realidad y el saber campesino corren el serio riesgo de fracasar como ha ocurrido con el Programa Social Agropecuario (PSA) o el Foro de Agricultura familiar, que se dedican a dividir a las organizaciones campesinas que no le son funcionales a sus requerimientos. “La mayoría de los técnicos de estos programas estatales se resisten a mirar su gestión y la capacitación agrícola como un proceso eminentemente educativo de naturaleza política, tal cual lo decía el educador brasileño Paulo Freire”, explican.
Añade la organización: “El modelo sojero que se viene denunciando desde hace mucho tiempo tiene, además, un efecto colateral y premeditado por las corporaciones multinacionales y sus aliados, la necesidad imperiosa de un campo sin campesinos. Así lo viene asumiendo y ejerciendo en la zona del sudeste santiagueño Guillermo Masoni, el Grobocopatel del Gran Chaco argentino, titular de dominio de más de 120.000 hectáreas, dueño de sociedades anónimas con las cuales ha adquirido a precio vil e irrisorio extensos lotes de terreno remanente que provenían de los latifundios de La Forestal”, enfatizan.
Según explican, los terratenientes y empresarios de la soja recurren a variadas metodologías para erradicar las comunidades campesinas de sus lugares. En primer lugar, la función complaciente y activa de la estructura del poder judicial y la policía respaldando los intereses contrarios del sector campesino y ayudado por una compleja trama que habita en la conciencia del sujeto social campesino y que fue muy bien reflejada por el escritor santiagueño Bernardo Canal Feijoo en su obra “Estructura Mediterránea Argentina”.
Por su esclarecedora descripción: “Los instintos de propiedad y de rapiña no han contado nunca en el dinamismo de la pasión criolla. Lo mismo que el indio, el criollo ha aparecido como una vaga criatura atmosférica y casi dichosa, despreocupada de todos los problemas del derecho patrimonial. Era sólido de su adhesión al lugar, como los árboles, como los animales de mero instinto, sobre la base de sentimientos de adaptación y de querencia, no de voluntad jurídica de dominio. Por eso resultó al fin fácil presa del despojo”.
Otra metodología, describe el FNC, típica para producir el vaciamiento de los campos se encuentra en las acciones directas contra los derechos colectivos de los campesinos, con el objeto de convertir un suplicio la vida en sus territorios, por ejemplo las fumigaciones indiscriminadas, incendios, inundaciones intencionadas, para provocar el traslado de sus casas y el abandono de sus antiguas posesiones como ocurre actualmente en la provincia de Formosa. Otras acciones indirectas tienen como denominador común sería la omisión estatal en el cumplimiento de sus fines y que se puede ejemplificar en el caso de la vinchuca, un insecto que suele anidar todo el año en los techos de paja de las viviendas rurales, que transmite el “trypanosoma cruzi”, parásito que produce el “mal de chagas”, enfermedad que afecta gravemente el corazón cobrándose la vida en personas que no superan los 40 años.
El pasado de 17 de abril, en el día Internacional de la Lucha Campesina, en las instalaciones de las Madres de Plaza de Mayo nació el Frente Nacional Campesino (FNC), un eco de antiguas palabras de la gran historia acompañaban en el sitio perfecto para el encuentro de la verdad indoamericana, allí quedó desnuda y apichonada la gran mentira de la pequeña historia, esa que aparece en las voces y rostros mediáticos de los dichos dueños del campo.
El espacio surgió con el apoyo de cuatro organizaciones de los campesinos argentinos (MOCAFOR (Formosa), MOCASE (referente santiagueño Dr. Luis Santucho), MAM (Misiones) y MOCAJU (Jujuy), integran en el escenario político y social con el objetivo de representar al sector y legitimar una expresión social y política carente de visibilidad desde la pulcra lógica de la urbe, según decía el filósofo indigenista Rodolfo Kusch.
Según el abogado Santucho, el Frente Campesino sabe muy bien que la voz derrotara a la fuerza y por eso nos sentimos solidarios con el pueblo de nuestra hermana Bolivia, y respaldamos al gobierno del presidente Evo Morales Ayma, a sus políticas de cambio y al proceso constituyente soberano del pueblo boliviano y condenamos la ingerencia del gobierno de Estados Unidos en los asuntos internos a favor de las acciones divisionistas y discriminatorias de los grupos oligárquicos bolivianos.
En cuanto al país, desde el FNC señalan que “los barones de la soja y por detrás de ellos las grandes corporaciones multinacionales y pooles de siembra han desabastecido gravemente al pueblo, colocando en el orden del día la cuestión agraria, una algazara incontenible de opiniones escritas y orales han invadido el espacio de las grandes marquesinas institucionales, pero hasta el momento los medios masivos de comunicación social no se han enterado que los campesinos, no solamente son una realidad en algún recóndito lugar de América latina, sino que también pertenecen a este territorio, que alguna vez estuvo poblado de pueblos originarios y hoy de ellos viven cuidando la tierra y la semilla para protegerse de todos los males”.
Según un comunicado enviado por la nueva organización nacional, a principios de la década de 1960, comenzó la denominada etapa de la expansión de la frontera agropecuaria y junto con ella la recomposición estratégica de la burguesía terrateniente argentina, luego del estrago doloroso del ecosistema de los montes y selvas del Gran Chaco argentino. Comenzó a gestarse las primeras organizaciones campesinas de la región, la cual muchas de ellas terminaron agrupándose alrededor de las Ligas Agrarias. Pero este proceso asociativo se interrumpe bruscamente con el “Terrorismo de Estado” y a partir de ese momento miles de campesinos ingresaron en el horror de los 30.000 desaparecidos, asesinados, prisioneros, exiliados entre otros padecimientos traumáticos aún no superados del genocidio argentino.
Por ello: “La instalación del modelo de monocultivo transgénico, vino acompañada por una avanzada formidable de empresarios y terratenientes que decían traer el progreso, pero como habían dicho lo mismo en tiempos de La Forestal, los campesinos dijeron a Don Progreso no queremos conocerlo, ya se sabe que solamente trae desolación y muerte”, destacan.
Dictadura militar
Para el Frente, poco a poco, después de la oscura noche de la dictadura militar, las organizaciones campesinas fueron asumiendo la conciencia de sus derechos posesorios, “el que yo tenga la cosa bajo mi poder constituye la posesión”, decía Hegel en Principios de la Filosofía del Derecho y el inveterado principio posesorio del Código Civil de Vélez Sarfield vino en ayuda para decir: la posesión vale título y ejercer con viva voz el art. 2470 que habilita el ejercicio de la autodefensa de la posesión, en los casos que los auxilios de la justicia llegue demasiado tarde, y como siempre sucede la justicia o llega tarde o casi nunca llega”.
El derecho a la tierra es el factor básico que desencadena el contexto histórico actual de la región rural. El campesino, actor fundamental de este proceso, se encuentra directamente vinculado a este acontecer: el derecho a la tierra es parte constitutiva de su derecho a la vida. “La tierra es la vida porque sin ella el campesino deja de ser lo que es. Este derecho pertenece al ámbito de los derechos humanos, reconocido en todos los estados de la comunidad internacional y plasmado en pactos y convenciones como derivación de lo que la doctrina denomina la internacionalización de los derechos humanos”, puntualiza uno de los objetivos del escrito del Frente Campesino.
Postulados
El FNC hace suyo los principios sustentadores de la Soberanía alimentaría, como eje fundamental de la acción, porque entre los 854 millones de personas hambrientas en el mundo, tres cuartos son campesinos. Los millones de migrantes a los que se les niegan sus derechos básicos y los desempleados urbanos pobres, son hermanos y hermanas que han sido expulsados de su tierra dice la Declaración de Vía Campesina del 11 de mayo del 2007. Por ello, “la soberanía alimentaría implica un modelo productivo para una nueva sociedad de hombres libres que puedan apropiarse de su alimentación, y por supuesto, para ello, la tierra tiene que pertenecer a quienes viven desde siempre para que se puedan realizar los derechos colectivos fundamentales de las comunidades campesinas”, apuntan.
Pero, desde FNC, no dejan de resaltar el espectáculo doloroso de millones de litros de leche volcados en las rutas y millones de toneladas de alimentos destinados a la población que llegaron en estado de descomposición o también arrojados a la vera de los caminos y rutas del país. Un corazón campesino jamás haría eso, porque desde niño la Pachamama le susurraba al oído y le decía que la comida nunca se tira.
En cuanto al conflicto suscitado por las retenciones, el FNC señala que se han escuchado a varios dirigentes rurales rodeados de micrófonos y cámaras de televisión decir que son los “creadores de la riqueza de la patria”, pero “no se acordaron estos superfluos señores de los campos, que desde la conquista española que se vienen aprovechando del trabajo, la técnica y la infraestructura creada por los pueblos originarios. Tampoco se acordaron los mediáticos ruralistas, que fueron los paisanos de los parajes, quienes le pusieron el pecho a los ejércitos de liberación de San Martín, Belgrano, Artigas y Güemes y también esa guerra de la Triple Infamia promovida por Bartolomé Mitre y la oligarquía porteña contra el heroico pueblo paraguayo”. Agrega: “No se acordaron los piqueteros de botas carpincho, que Rosas, Roca, los gobernadores provinciales e interventores federales no fueron al desierto porque había pueblos autóctonos que desaparecieron para que miles de leguas comenzaran a engrosar el patrimonio de los descendientes de la Sociedad Rural, y otros importantes referentes de la burguesía terrateniente”.
Sojización
Para las cuatro entidades campesinas, nada de ello le ha importado a la republiqueta de la soja, ya que el modelo agrario transgénico implantado desde 1996 en que se habilitaron para su comercialización las primeras semillas de soja RR, ha provocado una fuerte agriculturización en las mejores tierras del país con fuertes desplazamientos y desalojos de las poblaciones rurales, de la ganadería y de otras producciones como la apicultura, la artesanía y otras relaciones de producción relacionadas con el manejo sustentable del medio ambiente; todo ello con el objetivo de implantar un modelo industrial de agricultura sin agricultores. “A ello se debe agregar el grave daño a la salud y a la tierra de las comunidades campesinas que son fumigadas indiscriminada e impunemente con los agrotóxicos que acompañan el cultivo de las semillas transgénicas, provocando en forma masiva enfermedades de piel y respiratorias, cuando no leucemias, malformaciones, abortos y enfermedades terminales”, denuncian.
Sin embargo, Jorge Rulli, miembro del Grupo de Reflexión Rural viene anticipando desde hace tiempo esta grave situación, ya que el avance de la frontera de la agricultura industrial, requiere de manera insaciable tierras que se pongan a disposición del modelo sojero biotecnológico.
Pero los desalojos de campesinos y el achicamiento de sus posesiones en la región NOA como resultado de la expansión del modelo sojero ha provocado las presentaciones judiciales de la Fundación Liga Argentina por los Derechos Humanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con la firma de los doctores Rodolfo Yanzón, Raúl Schnabel y Luis Horacio Santucho, a fin de solicitar la intervención de la Comisión para que se implemente el mecanismo de medidas cautelares, conforme lo autoriza el art. 19.b del Estatuto y el art. 25 y 29.2 del Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, señala otro de los objetivos del Frente Nacional Campesino.
Por todo ello, “se hace imperioso instalar en la agenda institucional un profundo debate para la demorada Reforma Agraria en el país, porque es preocupante el acelerado proceso de extranjerización de las tierras, que en el caso de los recursos mineros alcanza una gravedad inusitada, pero también sabemos por algunas organizaciones no gubernamentales que responden directamente a la CIA norteamericana que se nos vienen por el agua dulce de los acuíferos”, reflexionan.
Campo sin campesinos
El FNC explica que los planes y programas sociales agropecuarios que no se confrontan con la realidad y el saber campesino corren el serio riesgo de fracasar como ha ocurrido con el Programa Social Agropecuario (PSA) o el Foro de Agricultura familiar, que se dedican a dividir a las organizaciones campesinas que no le son funcionales a sus requerimientos. “La mayoría de los técnicos de estos programas estatales se resisten a mirar su gestión y la capacitación agrícola como un proceso eminentemente educativo de naturaleza política, tal cual lo decía el educador brasileño Paulo Freire”, explican.
Añade la organización: “El modelo sojero que se viene denunciando desde hace mucho tiempo tiene, además, un efecto colateral y premeditado por las corporaciones multinacionales y sus aliados, la necesidad imperiosa de un campo sin campesinos. Así lo viene asumiendo y ejerciendo en la zona del sudeste santiagueño Guillermo Masoni, el Grobocopatel del Gran Chaco argentino, titular de dominio de más de 120.000 hectáreas, dueño de sociedades anónimas con las cuales ha adquirido a precio vil e irrisorio extensos lotes de terreno remanente que provenían de los latifundios de La Forestal”, enfatizan.
Según explican, los terratenientes y empresarios de la soja recurren a variadas metodologías para erradicar las comunidades campesinas de sus lugares. En primer lugar, la función complaciente y activa de la estructura del poder judicial y la policía respaldando los intereses contrarios del sector campesino y ayudado por una compleja trama que habita en la conciencia del sujeto social campesino y que fue muy bien reflejada por el escritor santiagueño Bernardo Canal Feijoo en su obra “Estructura Mediterránea Argentina”.
Por su esclarecedora descripción: “Los instintos de propiedad y de rapiña no han contado nunca en el dinamismo de la pasión criolla. Lo mismo que el indio, el criollo ha aparecido como una vaga criatura atmosférica y casi dichosa, despreocupada de todos los problemas del derecho patrimonial. Era sólido de su adhesión al lugar, como los árboles, como los animales de mero instinto, sobre la base de sentimientos de adaptación y de querencia, no de voluntad jurídica de dominio. Por eso resultó al fin fácil presa del despojo”.
Otra metodología, describe el FNC, típica para producir el vaciamiento de los campos se encuentra en las acciones directas contra los derechos colectivos de los campesinos, con el objeto de convertir un suplicio la vida en sus territorios, por ejemplo las fumigaciones indiscriminadas, incendios, inundaciones intencionadas, para provocar el traslado de sus casas y el abandono de sus antiguas posesiones como ocurre actualmente en la provincia de Formosa. Otras acciones indirectas tienen como denominador común sería la omisión estatal en el cumplimiento de sus fines y que se puede ejemplificar en el caso de la vinchuca, un insecto que suele anidar todo el año en los techos de paja de las viviendas rurales, que transmite el “trypanosoma cruzi”, parásito que produce el “mal de chagas”, enfermedad que afecta gravemente el corazón cobrándose la vida en personas que no superan los 40 años.
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